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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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En este primer programa, D. Valentín Aparicio Lara nos habla de la consagración total del sacerdote, tanto de cuerpo como de alma. Explica que, a través del sacramento del orden, se prolongan las mismas acciones de Cristo, y que el fundamento de la vida del sacerdote es la amistad con Cristo, la comunión y la esponsalidad con Él. Nos invita a encontrarnos con Cristo y cuenta cómo Dios, en un breve espacio de tiempo, puede obrar sus maravillas en nuestros corazones.

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Dejemos actuar a Dios

D. Santiago Carbonell, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), reflexiona sobre algunas de las más importantes misiones que el Señor ha confiado a sus sacerdotes. Entre estas, destaca la misión de enseñar a todas las naciones el Evangelio que nos fue predicado por Jesucristo durante su vida terrena; defender cada una de las almas que Él pone en su camino de las acechanzas del demonio, y recordar al hombre que, por el bautismo, Dios nos acoge como hijos suyos dándonos la posibilidad, ayudados por los sacramentos que la Iglesia nos proporciona, de estar un día delante de Él contemplando su rostro.

Dejé de creer en Dios

D. Santiago Carbonell, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), recibió de niño los sacramentos del Bautismo, Comunión y Confirmación, pero él no era muy consciente del valor e importancia de lo que estaba realizando. Su débil fe no fue suficiente para defenderse de los argumentos del mundo, y estos le llevaron a caer en una gran confusión sobre la existencia de Dios. Después de varios años intentando alejarse de todo lo relacionado con Dios constató que, a pesar de tenerlo todo, había un gran vacío en su corazón que el mundo no conseguía llenar. Fue en este momento cuando Dios aprovechó para entrar de nuevo en su vida y colocar todo lo que él había desordenado.

El mérito no es nuestro

El sacerdote siempre corre el peligro de olvidarse de que su ministerio lo ha recibido de Dios y no debería gloriarse por lo que hace, sino glorificar a Dios constantemente por haber querido utilizar sus pobres manos para hacer llegar a todos los hombres su gracia. D. Santiago Carbonell, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), lo tiene muy presente. Sabe que las conversiones de las que ha sido testigo no han sido obra suya, sino solo de Dios y que, cada vez que pronuncia las palabras «Esto es mi Cuerpo» y «Esta es mi Sangre», Jesucristo mismo utiliza sus manos para hacerse presente bajo las especies de pan y vino. Esto es un misterio que solo se entiende si uno se pone las gafas de la fe porque, desde una visión meramente humana, es imposible de comprender.

El ministerio sacerdotal

Para cerrar este bloque de «El Sacerdote», D. Salvador Romero, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), tocará dos puntos importantes dentro del ministerio sacerdotal: el sacramento de la confesión y la oración del sacerdote. D. Salvador aclara que la confesión no es un acompañamiento psicológico de la persona, sino una sanación del alma que, arrepentida de sus pecados y con propósito de no volver a pecar, busca el perdón de Dios. Con respecto de la oración, todos los cristianos debemos tener fe en que nuestra oración es poderosa, pero el sacerdote debe creer esto con mayor fuerza, ya que él es Alter Christus y, a través de él, Jesucristo quiere derramar abundantes gracias en las almas de los fieles para fortalecerles en su lucha por alcanzar el Reino de los Cielos.

La Sagrada Eucaristía

¿Sabes cuál debe ser el centro de la vida cristiana? ¿Te han explicado quién se encuentra en la Sagrada Eucaristía? D. Salvador Romero, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), nos responde a estas dos preguntas ahondando en el misterio de la Santa Misa. Él nos anima a acudir a este sacramento no solo el domingo, para cumplir el precepto dominical, sino todos los días. Si te ofrecieran un tesoro, no dudarías en ir a por él, esté donde esté; pues con mayor razón, deberíamos acudir diariamente a la Santa Misa, donde Jesucristo se nos da entero, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Este es el gran tesoro que el Señor ha querido dejarnos hasta que Cristo vuelva.

La oración es imprescindible

D. Salvador Romero, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), nos advierte de los diferentes peligros que corre nuestra vida espiritual si no guardamos un tiempo de nuestro día para la oración. Por medio de la oración, preferiblemente ante el Santísimo Sacramento expuesto, nuestra alma entra en comunicación con Dios y Él nos descubre los designios que tiene para nuestra vida. De este momento del día, junto con el sacramento de la Eucaristía que recibimos en la Santa Misa, los cristianos obtenemos la fuerza y la gracia necesarias para enfrentar el combate espiritual. Si lo descuidamos, nos arriesgamos a vaciarnos de Dios y, llenos solo de nosotros mismos, nos acabaremos alejando de Él.

  • D. Julián Lozano López —delegado de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Getafe (España)— siempre ha tenido a la Virgen muy presente en su vida, pues ella ha tomado un papel especialmente importante en su sacerdocio. D. Julián es consciente de lo mucho que la necesita para ser fiel a su vocación, por ello, intenta tenerla presente todos los días, invocándola siempre.

     

     

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