D. Enric Roig Vanaclocha

D. Enric Roig Vanaclocha es originario de Valencia. Fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 2020 y desempeña actualmente el cargo de secretario de Mons. Enrique Benavent, arzobispo de Valencia. D. Enric descubrió la universalidad de la Iglesia en la JMJ de Madrid 2011. Allí el Señor le invitó a responder a una pregunta: «¿Qué quiere el Señor de mí?». Nos irá contando cómo fue discerniendo su vocación, las luchas que encontró en el camino y las herramientas espirituales que ayudaron tanto a obtener luz como a afrontar las dificultades. Hablará de la grandeza del Sacramento de la Eucaristía y nos acercará sin miedo al Sacramento de la Confesión. Tratará también sobre el celibato sacerdotal, que considera la herramienta que la Iglesia da al sacerdote para que pueda amar plenamente. Y, como colofón final, dedicará un programa a Nuestra Madre, la Virgen María, la cual ha sido siempre un punto de referencia para D. Enric porque en Ella ha visto, desde su niñez, el mejor ejemplo para saber cómo ser «otro Cristo».

El celibato libera el corazón

A pesar de que la Iglesia ha explicado, de muchas maneras, por qué es necesario que el sacerdote viva célibe, nuestro mundo sigue insistiendo en hacer desaparecer el celibato con el pretexto del bien del sacerdote. Ante esto, D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, argumenta desde su propia experiencia. Es cierto que el sacerdote tiene que luchar para vivir de este modo, pero gracias a este don puede entregarse con mayor disponibilidad a todos, y es el camino para que su corazón se estabilice y ensanche, ya que, no tiene que dividir su tiempo entre lo personal y lo ministerial, sino que todo él esta consagrado a llevar a Dios al mundo: «El celibato no es una carga sino una mediación para que nuestra vida ministerial sea como la de Jesucristo», afirma D. Enric.

María, reflejo de Jesucristo

D. Enric Roig Vanaclocha ―sacerdote de la Archidiócesis de Valencia― tiene, desde la infancia, una especial vinculación con la Virgen María. Ella, en todo momento, ha procurado que él esté muy cerca de Jesús. Para D. Enric fue muy significativo que el seminario donde se formó se llamara «de la Inmaculada Concepción». La intercesión maternal de María por cada uno de los seminaristas y el amor que estos transmitían hacia Ella era notable, sobre todo, durante la novena de la Inmaculada y la celebración de su fiesta el 8 de diciembre. D. Enric afirma que, allá donde sea destinado, le es imprescindible que estén sus dos pilares fundamentales: Nuestro Señor Jesucristo, presente en el sacramento de la Eucaristía, y Nuestra Madre la Virgen María.

Hay que enamorarse del ministerio

En este programa de «El Sacerdote», D. Enric Roig Vanaclocha, presbítero de la Archidiócesis de Valencia, desarrolla tres puntos fundamentales dentro de la vida del sacerdote: el amor por el ministerio, la conciencia de ser trabajadores de la mies del Señor y la innegociabilidad de la oración. El sacerdote debe desempeñar su ministerio unido en todo momento al Señor porque, si no lo hace, no dará fruto. No se trata de trabajar por trabajar, sino de preguntarse: ¿Qué me pide Dios hoy? Las cosas que hago, ¿las hago por amor o por cumplir con el deber, o peor aún, para ser considerado por los demás? Para poder responder a estas preguntas, es necesaria la oración constante. Es aquí donde el sacerdote descansa en los brazos de Dios y se restituyen sus fuerzas. Por supuesto, el sacerdote no puede olvidar que la mies no es suya, sino de Dios, que se la ha confiado en sus manos para que la cuide y haga prosperar.

El confesor, canal de la misericordia

D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, reflexiona acerca de la misericordia que el Señor derrama en el sacramento de la confesión. Muchas de las angustias, ansiedades y tristezas que sufrimos provienen del pecado que oprime y rebaja al ser humano, impidiéndole la realización plena de su ser. En la confesión el alma no se encuentra con un Dios que le rechaza y le odia, sino con el Amor que espera nuestro arrepentimiento para librarnos del peso de ese pecado que nos ha hundido en la miseria. Teniendo en cuenta esto, D. Enric, nos invita a preguntarnos: ¿Por qué debería tener miedo de un Dios que lo único que quiere es salvarme? No despreciemos esta oportunidad que el Señor nos ofrece para limpiar nuestra alma: acudid con frecuencia al sacramento de la confesión.

La Eucaristía, continua unión

Gracias a la formación cristiana que recibió D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, ha tenido muy presente el sacramento de la Eucaristía desde su infancia. Experimenta que está tan dentro de él, que no puede dejar de celebrar la Santa Misa ni un solo día. Es la fuente de la vida y sería una insensatez no acudir a ella. D. Enric, para evitar por todos los medios caer en la rutina a la hora de celebrar la Eucaristía, cuida mucho su relación íntima con Jesucristo, para que, aun teniendo que celebrar varias Misas al día, cada una de ellas sea celebrada con la misma devoción, amor y entrega con que celebró su primera Misa.

El fruto de la espera

D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, esperaba con gran deseo y alegría su ordenación sacerdotal, pero lo que no podía prever era que el Señor probaría su fe antes de la llegada de este día. Cerca ya de la fecha prevista para su ordenación, comenzó la pandemia del Covid-19. Muchas actividades pastorales tuvieron que ser canceladas y otras amenazadas de llegar a ser pospuestas, entre ellas las ordenaciones sacerdotales. D. Enric vivió esta posibilidad como un gran sufrimiento. No comprendía porqué, si ansiaba darle toda su vida a Dios, tenía que esperar más tiempo para hacerlo. Pasada esta prueba, el Señor dispuso todo para que se pudiese realizar la ceremonia y este sufrimiento aumentó la fe de D. Enric y fortaleció su vocación, haciendo crecer en él la alegría y el deseo de ser solo y siempre para Dios.

Mi discernimiento vocacional

D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, al no saber con claridad qué quería el Señor para él, comenzó los estudios universitarios en la facultad de Derecho, al mismo tiempo que discernía su vocación. Este periodo, a pesar de ser un tiempo enriquecedor, ya que le ayudó a madurar y a visualizar de primera mano las necesidades más grandes de los jóvenes, en su corazón seguía resonando la pregunta que Dios puso en él: «¿Qué quiere el Señor de mí?». Esto le llevó a intensificar los ratos de oración, a acudir a la dirección espiritual y a involucrarse en las labores de la pastoral juvenil, en todo momento con una disposición abierta a lo que Dios le pudiese pedir. Finalmente descubrió que la respuesta que tanto buscaba se encontraba en lo más profundo de su alma, el deseo de una pertenencia total a Dios sin reservarse nada.

La universalidad de la Iglesia

D. Enric Roig Vanaclocha es actualmente sacerdote de la Archidiócesis de Valencia. Cuando era más joven, pensaba que «la Iglesia» era nada más que los habitantes de su lugar de nacimiento y las actividades que en ella se llevaban a cabo. Pero, después de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Madrid en el año 2011, esta idea cambió. La visión de esa multitud de jóvenes concentrados en Cuatro Vientos, con el deseo de ser santos y de ser la luz del mundo, suscitó en D. Enric una pregunta: «¿Qué quiere el Señor de mí?». Desde ese momento, comenzó un largo periodo de discernimiento con la disposición de entregarse total y libremente a lo que Dios le pudiera pedir.

  • D. Julián Lozano López —delegado de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Getafe (España)— siempre ha tenido a la Virgen muy presente en su vida, pues ella ha tomado un papel especialmente importante en su sacerdocio. D. Julián es consciente de lo mucho que la necesita para ser fiel a su vocación, por ello, intenta tenerla presente todos los días, invocándola siempre.

     

     

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