Las virtudes teologales: la fe 1/7
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- Categoría: Las virtudes fundamentales
Comenzamos este bloque de «Un ancla en la tormenta» examinando las virtudes teologales, que recibimos como don gratuito en el bautismo, y sin las cuales no podremos alcanzar nuestra meta de ser santos. D. Tomás Trigo Oubiña —doctor en Teología Moral, especializado en las virtudes, y profesor jubilado de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra (Pamplona, España)— explica que la virtud teologal de la fe, una de «Las virtudes fundamentales», se basa en un testigo en quien podemos confiar: Dios mismo. Es una iniciativa divina, a la cual cada hombre debe responder, asintiendo a la verdad revelada por Dios en la persona de Jesucristo. Esta disposición de apertura es esencial y solo se da cuando uno la quiere tener y humildemente acepta creer en lo que no entiende, pues la fe es un misterio que no se agotará por la inteligencia humana. Por último, recorrerá las características de la fe, que son su universalidad, su necesidad para la salvación, y su orientación hacia la caridad, sin la cual está muerta. Teniendo tan grandes tesoros en vasijas de barro, debemos cultivar nuestra fe, buscando oportunidades para formarnos, sobre todo en la familia y con el Catecismo de la Iglesia Católica.
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El último programa de esta «Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia» continúa examinando la relación entre amor y verdad —y también justicia— que desarrolla el papa Benedicto XVI en su carta encíclica, «Caritas in Veritate». Vemos cómo la caridad va más allá de la justicia, la cual es su «medida mínima», e impulsa el auténtico desarrollo humano, una vocación divina que nos ayuda a discernir lo que es verdadero progreso. Por tanto, debemos fecundar la verdad con la caridad, pero teniendo en cuenta que la caridad necesita de la verdad para evitar quedarse en sentimentalismo, y para ser vivida en auténtica comunicación y comunión, porque «la verdad es "lógos" que crea "diá-logos”». Nos recuerda que la evangelización es el mejor servicio que la Iglesia ofrece y debe desarrollar en la sociedad, luchando contra el relativismo y la idea errónea que la ciencia puede salvar al hombre. Por último, el papa reivindica la necesidad de una libertad responsable que busca la verdad; una verdadera fraternidad para que todos puedan buscarla y una autoridad subsidiaria que no se impone, sino que sirve a las personas.
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