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«Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.»

Él les dijo: Y vosotros ¿Quién decís que soy yo?
Pedro respondió: El Mesías de Dios.

Herodes dijo: Yo mandé decapitar a Juan. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo decir tales cosas?
Y buscaba una ocasión para conocerlo.

Jesús convocó a los doce y les dio poder para expulsar toda clase de demonios y para curar las enfermedades.

Jesús dijo a la multitud: “Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz”.

El que es de fiar en lo poco, lo es también en lo mucho. Y el que es injusto en lo poco, lo es también en lo mucho.

Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.

Jesús caminaba por pueblos y aldeas predicando y anunciando el reino de Dios.

Se parece a esos chiquillos sentados en la plaza, que se gritan unos a otros: Os hemos tocado la flauta y no habéis bailado. Hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado.