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Compartiendo a Jesucristo

Gustavo Pérez Báez, desde México, nos ofrece cada día «Compartiendo a Jesucristo», una breve reflexión que nace de su propia meditación del Evangelio y de su amor por Jesucristo y por su familia.
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«Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz».
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«Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
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«Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado».
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«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
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«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
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«En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús».
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«Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre».
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«Cuando Jesús salía de allí, dos ciegos lo seguían gritando: “Ten compasión de nosotros, hijo de David”. Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: “¿Creéis que puedo hacerlo?” Contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que os suceda conforme a vuestra fe”. Y se les abrieron los ojos».
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«Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras».
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