Compartiendo a Jesucristo: El celo de tu casa me devora
«Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado.»
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
Más información aquí.