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40 días cerca de Jesús

Abelardo de Armas, Cruzado de Santa María, nos invita a vivir la cuaresma y la semana santa con estas sencillas pero profundas meditaciones.
40 días cerca de Jesús
Poned los ojos en el crucificado, y todo se os hará poco…
Estas meditaciones quieren ser un lugar donde encontrar fuerza para no huir de la cruz. Una escuela de oración para prepararnos a vivir estos días de cuaresma y semana santa.
"Mira al crucificado, que te espera con los brazos abiertos".
"Viéndote colgado de la Cruz, no puedo querer otra cosa, mi Señor crucificado".
Vive esta cuaresma con los ojos fijos en Jesús crucificado.

Cuarenta días cerca de Jesús: «Inclinó la cabeza y entregó el espíritu»

¿Adónde quiero inclinar yo la cabeza? Al lado que la inclinó Él. Al lado de la humildad, de la pobreza, de la obediencia, del desaparecer, del olvido y desprecio de mí mismo. El mundo está falto del espíritu de Cristo. Teme el fracaso, el dolor, la burla y el desprecio. Hay que quitarle ese miedo mostrando el gozo de la Cruz, porque donde hay Cruz hay resurrección.

 

 

Cuarenta días cerca de Jesús: «Todo está cumplido»

Aunque sabemos la definición de santidad, nos conviene fijarnos en el modelo de santidad clavado en la cruz: sin quejas, perdonando a los que le abandonaron, a los que le maltrataron, ofreciéndose al Padre, procurando cumplir todo lo que el Padre quería con fidelidad y amor. Nosotros, difícilmente vemos nuestras cruces como voluntad del Padre, sin preocuparnos de dar gloria a Dios. Él lo dio todo en abandono total.

 

 

Cuarenta días cerca de Jesús: «Tengo sed»

En esta meditación, Abelardo de Armas nos asegura que Jesús desde la cruz nos dice: «tengo sed». Dios tiene sed de almas, de consolar a las almas, de llevarles al Padre. Tenemos que entregarle todo al Señor, confiar en Él. A Dios no le importan nuestras miserias, nuestras flaquezas. Solo quiere que estemos unidos a Él. Solo quiere amor, confianza.

 

 

Cuarenta días cerca de Jesús: «Señor, el que amas está enfermo»

El corazón de Jesús, aquel que se abaja hacia los más miserables, te espera.
Jesús te espera para que le cuentes tus enfermedades. Es el único que puede sanarte. Pidamos al Señor y a su Madre dolorosa por esta juventud adormecida, por esos corazones que se arrastran por el polvo, sin pensar que el corazón misericordioso del Señor es el único que puede sanarlos.

 

 

Cuarenta días cerca de Jesús: «Ahí tienes a tu Madre»

En esta meditación, Abelardo de Armas asegura que la donación de la Virgen María por Madre nuestra era la culminación, el remate final del amor de Dios por ti y por mí. Por esto, Juan nos dirá a continuación: «viendo Jesús que ya todo estaba cumplido…» Es decir, entregando a su Madre, Jesús ponía colofón a su obra salvífica.
La Madre de Dios es mi Madre y me ama con el mismo amor que amó a su Jesús. Ella no ve en mí cosa distinta de Jesús.

 

 

Cuarenta días cerca de Jesús: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»

Jesús nos ha entregado a María en el momento de la cruz, hemos de ser otro Jesús para ella. En efecto, el perfecto cristiano ya no vive él, sino que vive en él Cristo. Seamos un consuelo para esta amorosa Madre.

 

 

Cuarenta días cerca de Jesús: «No queremos que Ese reine sobre nosotros»

Abelardo de Armas, medita sobre el concepto de reino del cristiano, tiene que quedar muy claro que no es el de este mundo. El reino que Jesús vive y predica, no es el que nosotros entendemos y queremos. O te haces pequeño como un niño o no entras en él. Son los que realizan el peregrinar cristiano junto a la Virgen Madre, los que caminan hacia el Reino.

 

 

Cuarenta días cerca de Jesús: «Jesús callaba»

Hoy, Abelardo de Armas nos dice que, meditando la pasión podemos combatir aquellos ilusionismos de santidad fácil o triunfos materiales que tenemos. Solo viendo la cruz sabremos darnos como Él se dio.

 

 

 

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